domingo, 5 de agosto de 2007

Cusco y Machu Picchu

Este el viaje obligado para todos aquellos que visitan Perú. Inclusive, mucha gente sólo viene a Perú para realizarlo, y se salta la visita a la capital o a otros destinos turísticos. El tour que yo tomé es de 4 días y 3 noches, e incluye un día de visita a Machu Picchu, un día dedicado a la ciudad de Cusco y ruinas incas cercanas, un día dedicado al valle sagrado, y el último día queda libre para visitar la ciudad antes de tomar el avión. Como buen mexicano orgulloso de sus "raíces aztecas", yo iba con ciertas reservas de encontrar algo que me impresionara, pues con nuestra prepotencia nacionalista solemos creer que no hay ruinas prehispánicas o ciudades coloniales que superen a las nuestras. Me declaro humildemente sorprendido. Además de tener hermosas ruinas que dejan boquiabierto a cualquiera, y de ser una ciudad preciosa con imágenes de postal en cada rincón, una de las cosas que más me apantalló de ese lugar es la buena organización y preparación que tienen todos para el turismo. Los visitantes son lo que mueve la economía de la zona, y los habitantes están muy conscientes de ello. Todos son muy atentos, las visitas están muy bien organizadas, y el lugar está bien preparado para recibir grandes oleadas de turistas de todo el mundo, y brindarles un servicio de primerísima calidad.


Plaza de Armas de Cusco
Templo de Santo Domingo
Ruinas de Sacsayhuamán
Puca Pucara
La visita por la ciudad y sus ruinas aledañas comenzó con un tour guiado por la Catedral de la Plaza de Armas, con explicación de los estilos arquitectónicos y pictóricos que la adornan. Luego visitamos el Templo de Santo Domingo, el cual fue construido sobre Coricancha, el santuario quechua dedicado al dios del sol. De ahí nos dirigimos a Sacsayhuamán, un complejo administrativo donde se controlaba la ciudad del Cusco. Además visitamos otras ruinas más, como Puca Pucara. En verdad se siente la falta de oxígeno debido a la altura de esa zona (3,800 metros sobre el nivel del mar) y cualquier esfuerzo físico cuesta más trabajo. Terminamos la tarde visitando una tienda de productos textiles, donde se pueden conseguir buenos artículos de alpaca, aunque los precios que yo encontré no eran tan buenos como en Lima.

Ollantaytambo
Mirador en el camino
El segundo día tomamos un bus que nos llevó a lugares más alejados de la ciudad. El viaje en carretera nos dio oportunidad de detenernos en preciosos miradores donde se aprecian las montañas de la región. Fuimos también a Pisaq, donde aunque también hay ruinas, no las visitamos. En cambio, estuvimos un buen rato conociendo el pequeño poblado. Un mercado de artesanías inunda las calles que rodean a la iglesia donde se puede escuchar misa en quechua. Después de ahí fuimos a Ollantaytambo, un pueblo inca que tiene ruinas impresionantes que van subiendo por las faldas de la montaña. Aunque se llega sin aliento a la cima, bien vale la pena hacerlo para disfrutar del paisaje que se percibe desde arriba. Terminamos el día visitando Chinchero, una localidad donde erigieron una iglesia sobre ruinas quechuas.

Tren Vistadome
Machu Picchu
Montes nevados andinos
Panorámica de Machu Picchu
En el templo del sol
Carmen, Zyntya y Emmanuel
El tercer día fue la tan esperada visita a Machu Picchu. Nosotros tomamos el tren panorámico Vistadome que tarda 3 horas y media desde Cusco hasta Aguas Calientes. Aunque en bus o taxi el viaje dura menos tiempo, sin duda vale la pena tomar el tren para disfrutar de los increíbles paisajes de montes nevados. Poco a poco va cambiando el clima y la vegetación, de ser fría y semiárida en Cusco, a la selva de alta montaña que hay en Aguas Calientes. Y no es de sorprenderse, pues para llegar ahí hay que descender a 2,200 metros sobre el nivel del mar. Machu Picchu es todo lo que te imaginas y más. La vista es impresionante, y si bien es cierto que no tiene altas pirámides o ruinas bien conservadas (como se pueden hallar en otras regiones prehispánicas), lo que está ahí es para quitar el aliento. El simple hecho de que los incas hayan decidido tener un santuario en la punta de una montaña tan alta y con condiciones geográficas tan adversas es de por sí asombroso. Y el paisaje que se disfruta desde las alturas contribuye a hacer de este sitio un lugar místico y hermoso. Una gran cantidad de turistas estaba con nosotros ese día, pero la buena organización del lugar permite que la visita se lleve a cabo en perfecto orden. Las fotos hablan por sí mismas, aunque la realidad supera por mucho lo que el lente puede captar. Si pueden hacer el viaje, se los recomiendo mucho. Definitivamente es uno de los viajes más hermosos que haya realizado.


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