TV por Internet, la caja no-tan-idiota

El Internet está cambiando todo nuestro mundo, y la televisión no es una excepción. Poco a poco se está dando una revolución en este medio, que dejará en el pasado la forma pasiva en que interactuamos con la televisión y resultará en una mayor interacción y variedad para los televidentes: La televisión por Internet (iTV).

Desde que la televisión se introdujo en nuestra sociedad a mediados del siglo XX, han existido pocos cambios evolutivos, y casi siempre se redujeron a mejoras tecnológicas en el despliegue de las imágenes y sonido: de blanco y negro a color, de bulbos a transistores, de pantallas de rayos catódicos a pantallas planas, de definición estándar a alta definición. Pero la interacción entre el espectador y estos aparatos había permanecido igual que cuando Guillermo González Camarena inventó la TV a color. Pero, como dirían las industrias de música, cine, periódicos o libros, “un buen día llegó Internet a cambiarlo todo”.

En Estados Unidos, un estudio indica que ya son 800,000 los usuarios que cancelaron su suscripción a sistemas de cable para ver tele 100% en Internet. Aprovechan que ya se puede ver en línea la programación más importante de ese país, usando servicios gratuitos de transmisión instantánea (o streaming) como Hulu, directamente en los sitios de algunas televisoras como CBS o ABC, o simplemente descargando los programas para verlos luego. Este número todavía es insignificante si consideramos el número de suscriptores de televisión de paga, pero la tendencia está en aumento, y en poco tiempo la báscula se inclinará hacia el otro lado. Éstas son las razones que a mi parecer harán la diferencia:

• Toda la programación, todo el tiempo. Hasta hoy, el mundo de la TV está regido por los horarios de transmisión. Todos los canales compiten por ganar el mayor porcentaje de audiencia, especialmente en los horarios estelares, para poder vender más caro los espacios publicitarios. Esto es debido a que tienen un bien muy escaso por el que todos los shows compiten: solamente un programa puede ser transmitido a esa hora por cada canal. Esta limitante deja de ser cierta con la iTV, pues toda la programación de una televisora puede ser transmitida al mismo tiempo, y en horario estelar. Es como si de pronto, cada televidente tuviera la capacidad de armar su propio tablero de transmisión.
• Mayor calidad de programación. Un problema actual es que muchos programas han sido cancelados simplemente porque fueron impuestos en horarios y días de muy baja audiencia, por lo que les fue imposible vender espacios publicitarios. Con la iTV, todos competirán en condiciones más justas, y será más fácil determinar cuáles shows tienen más audiencia, sin deformaciones externas.
• Más opciones, menos restricciones. Desde luego, desaparecerán las televisoras como hoy las conocemos, monopolios de las frecuencias aéreas, y los productores de contenido comenzarán a ofrecer sus shows directo al intervidente (®blogdelemax, je, je). Incluso el concepto de “canal”, intermediario estorboso y dictatorial, desaparecerá de un plumazo. La única limitante será qué tan rápidamente puede generar episodios cada productora. Habrá un boom de productoras independientes, las cuales ya no tendrán que convencer a los ejecutivos de las cadenas televisoras para poder llegar directamente al público.
• El efecto Cola Larga, ahora en televisión. Una de las ventajas de ofrecer información (ya sea música, libros, o noticias) por Internet, es que se pueden tener catálogos gigantescos, de fácil exploración. Con la iTV, se podrían ofrecer décadas enteras de televisión mundial, con cientos de miles de géneros, subgéneros, especializaciones, idiomas (subtitulados en tiempo real), y todo catalogado y calificado por la magia del crowdsourcing. Contenido interesantísimo y personalizado a tus gustos, disponible en segundos, y recomendado por gente con intereses afines a los tuyos, y por algoritmos de detección de patrones. Magia pura.

Si bien la televisión por Internet tiene todas estas ventajas, todavía hay varios obstáculos tecnológicos y comerciales que deben resolverse, y que detienen u obstaculizan la transición. Los problemas que considero más importantes son:

• Falta ancho de banda. Entre más ancho de banda tengamos, más información podemos recibir por segundo. Con las conexiones actuales, este ancho de banda apenas es suficiente para recibir una calidad de video por debajo de la SD (definición estándar). Recibir video de alta definición (HD) en tiempo real requiere velocidades 10 veces mayores a las que hoy existen en muchos países. Aunque las conexiones cada vez son más rápidas, todavía podrían faltar algunos años antes de que este ancho de banda sea accesible a la mayoría de la gente. Mientras tanto, la única opción disponible es descargar los videos en alta definición, y reproducirlos una vez que se ha concluido la descarga.
• Nadie quiere ver tele en monitores de PC. Para que la iTV se convierta en un medio masivo se requiere que los videos se desplieguen en una pantalla de televisión (de preferencia de muchas pulgadas y de alta definición). Todavía no es muy frecuente que la gente conecte sus PC a sus televisores, y hasta este año se están comenzando a vender teles que ya se conectan directamente a Internet sin necesidad de una computadora intermediaria. Y para aquellas teles “anticuadas”, otros dispositivos pueden conectarlas de manera económica, como AppleTV.
• Problemas de copyright. La arcaica herencia legal del siglo pasado sigue estorbando la generación y difusión de la cultura en el siglo XXI. Sigue siendo casi imposible adaptar las leyes del copyright a la nueva realidad que el Internet ha creado, y los paradigmas todavía están reinventándose. Mientras esto no suceda, el contenido estará muy limitado y no será realmente universal. O seguirán floreciendo los sitios “ilegales”.
• Se podrían afectar muchos intereses económicos. Los grandes monopolizadores de los medios serán los más afectados, y por lo tanto, son los más renuentes a este tipo de cambios. Hasta que no encuentren esquemas que les aseguren seguir amasando sus fortunas, harán todo lo que esté en sus manos para detener el cambio. Ellos son los que están deteniendo la tan necesaria revisión de las leyes de derechos de autor. Desafortunadamente para ellos, sólo podrán desacelerar la revolución, pero no detenerla.

Como se pueden imaginar, el panorama es incierto sobre cuánto tardará en desaparecer por completo la transmisión de canales de televisión por antena o por cable para migrar completamente a transmisión por Internet. Tal vez nunca suceda, y al final se estabilice la situación. Yo pienso que sí llegará ese día, y además, creo que no falta tanto. La sociedad cada vez es más consciente de sus derechos de información y exige más libertad y opciones en Internet, y esa marea es incontenible. Si los actuales dinosaurios dueños de los derechos de transmisión nunca quieren cambiar, eventualmente serán sustituidos por nuevas compañías que estén dispuestas a jugar bajo las nuevas reglas, con tal de atraer los ojos de los intervidentes. Al final de cuentas, en unos años podremos elegir la televisión que queramos tener, con los contenidos que se adecuen más a nuestros intereses, con mucha más variedad, y donde seamos nosotros los que decidamos qué programas tienen éxito y cuáles no. Una caja idiota, un poco menos idiota.