jueves, 13 de marzo de 2008

Las nuevas maquinitas. Parte 3: Las maquinitas de mouse y teclado

Esta es la última parte de una serie de artículos que escribí sobre maquinitas. Decidí que debía terminar la serie con esta entrada porque ya hasta mi lector más fiel (yo mismo) se estaba aburriendo. En la primera parte escribí sobre la fórmula que funcionó en la época de oro de las maquinitas, en los ochenta y parte de los noventa, cuando las consolas caseras de videojuegos no eran lo baratas ni sofisticadas para competir con las arcadias. Esta era acabó cuando las nuevas generaciones de consolas superaron la calidad de los juegos ofrecidos en las maquinitas. En la segunda parte de la serie planteo que para que sobreviva la industria se requiere pensar en nuevas maquinitas que ofrezcan una propuesta tecnológica interesante, como la Realidad Virtual.

En esta última entrada quiero platicarte de una alternativa que se está dando en algunos lugares para cobrar por jugar. Escribí anteriormente que para llevar a los chamacos a gastar sus dineritos en maquinitas se requieren dos ingredientes: un juego muy chido, y un equipo lo suficientemente caro como para no poder comprarlo en casa.

Mi primera consola fue (como para muchos) el Atari 2600, que desde 1988 fue causa de ampollas en los pulgares. Tuvieron que pasar 15 años para que comprara mi segunda consola, un Xbox. La razón por la cual pasó tanto tiempo es que en este período me dediqué a otro tipo de videojuegos: los de las PC. Desde aquellos días en que jugaba Maniac Mansion y Leisure Suit Larry en la compu de Juan Carlos, me convertí en ávido pc-gamer, tanto que no veía razón alguna para perder el tiempo con consolitas. Después de todo, el teclado de una compu saca mucho menos ampollas que un joystick. Además, era más fácil convencer a tus papás de comprar una compu "que sirve para mis tareas", que una consola chupaniños. Parte de mi decisión de estudiar Ingeniería en Computación nace de ahí.

Tengo que hacer un paréntesis nostálgico (como lo hice en la parte 1 de esta serie) para listar mis juegos favoritos. Yo que tú me saltaba este párrafo si no eres muy fan. Luego de la advertencia, va la lista. Los que jugué a 4 colores: Digger, Alley Cat, Moon Patrol, Dig-Dug, Maniac Mansion, Leisure Suit Larry, Lemmings, Budokan, Space Quest. Los que jugué a más colores: Day of the Tentacle, Full Throttle, Doom, Heretic, Tomb Raider, Monkey Island, Half-Life, Warcraft, Starcraft, Sim City, the Sims, Fifa, Far Cry, Medal of Honor, Call of Duty, y seguramente se me escapan muchísimos. Fin del paréntesis.

Desde que yo recuerdo, la guerra de las PC contra las otras consolas (en términos de capacidad de procesamiento, gráficos, etc.) siempre ha sido desigual. Hoy en día, la mejor consola de juego no tiene competencia contra una PC bien equipada. Además, si se cuenta con una red local puedes tenerjuegos multijugador, algo que por mucho tiempo fue prohibido para las consolas. El problema es el precio que hay que pagar para tener una PC de estas características. Y aquí es donde se cumple una de las dos reglas para las maquinitas: un equipo lo suficientemente caro como para no poder comprarlo en casa. La segunda regla también se cumple fácilmente, ya que la variedad de juegos para PC es inmensa. Con las dos reglas satisfechas, era cuestión de tiempo para que alguien le diera al clavo. Montar sitios parecidos a los Cafés Internet, pero con PC's de alto desempeño y precargadas con los juegos más populares. En lugar de echarle moneditas como en las maquinitas de los ochenta, te cobran de acuerdo al tiempo que pases jugando. Y créeme, el promedio es bastante elevado. Sé que hay varios países donde es bastante común encontrar estos lugares, desde China hasta Argentina. En México debe haber varios, pero yo sólo conozco uno en la Ciudad de México, y lo recomiendo para los chilangos que estén interesados. Está en Pabellón Cuauhtemoc, y se llama Battle. Tiene compus muy aceptables, está abierto 24/7, no es caro, y siempre hay videojugadores, sin importar hora y día.

La fórmula que tienen me parece ganadora, y no me extrañaría que pronto se convierta en una tendencia. Ya hasta estoy pensando en entrarle yo. Lo malo es que conociéndome, me la pasaría jugando hasta que la artritis me lo impidiera.

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